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Ya sé: suena a publicidad de Sprayette. ¡Empiece ya! Con sólo 5 minutos usted logrará una escritura fluida y auténtica. Sí, suena a venta barata… pero es cierto.

El primer ejercicio que propongo en el taller es muy simple: escribir durante 5 minutos sin parar. Esto es: lograr que la escritura avance a toda costa, intentar que la mano (sí, se trata de escribir a mano en este caso) sea más rápida que la cabeza. No hay forma de hacer mal este ejercicio. Sólo hay dos situaciones en las que no funciona: no hacerlo (parece obvio, pero luego desarrollaré por qué es importante) o hacerlo con pausas. No interesa si el texto tiene sentido o no, si está bien o mal escrito, si tiene faltas de ortografía o repeticiones de palabras. Lo único importante es que la escritura avance. Como sea.

Reglas fundamentales para que el ejercicio funcione

-Cumplir con un tiempo prefijado. Es ideal empezar con 5 minutos, pero luego se puede ir expandiendo de a poco ese límite. Para no estar pendiente del tiempo mientras escribo, puedo configurar una alarma para que me llegue el límite desde afuera. Otra opción es poner un tema musical que dure 5 minutos, teniendo la precaución de que no sea muy disruptivo.

-Hacerlo una vez al día, en cualquier momento. Esta condición no es negociable. Si durante todo el día no logré escribir 5 minutos, lo hago antes de irme a dormir. Sí o sí. ¿Por qué todos los días? Porque si un día no lo hago, al día siguiente me va a costar el doble llegar al papel. Y si no llego, al día siguiente me va a costar el cuádruple. El esfuerzo es exponencial. Es preferible escribir 5 minutos “qué ejercicio de porquería, por qué me metí a hacer esto” que no escribir nada.

-No volver a leer lo escrito (al menos los primeros 3 meses). Lo ideal es escribir en un mismo cuaderno y no tentarse. Si no resisto las ganas de leer, puedo escribir en hojas sueltas y esconderlas. Es importante conservar estos manuscritos para usarlos más tarde como registro del proceso.

-Aumentar de a poco el tiempo de escritura. Esto es muy personal. Cuando siento que los 5 minutos me quedan muy cómodos, que no me cuesta cumplir con la cuota de escritura diaria, me propongo un poco más de tiempo. Tiene que ser una meta que me desafíe pero que sea posible de realizar. Por ejemplo: puedo pasar de 5 minutos a 10. Voy a notar el cambio internamente pero, para el tiempo externo de la agenda, 5 minutos más no es nada. En cambio, si paso de 5 minutos a una hora de golpe, va a ser muy difícil de sostener y lo más probable es que abandone el ejercicio.

Beneficios de esta práctica

-Escribir un poco cada día me pone “en forma”. Si corro un rato todos los días, puedo correr el colectivo. Si no, tengo que dejarlo pasar. Lo mismo ocurre con las ideas. Si yo practico la conexión entre mis pensamientos, sentimientos, recuerdos, percepciones, y el papel todos los días, cuando llega una idea interesante voy a escribirla en el momento en lugar de posponerla para un mejor momento (y por ende, dejarla pasar, porque el “mejor momento” nunca llega).

-Cuando no escribimos por un tiempo, al comenzar a escribir ocurre el efecto “canilla oxidada”. ¿Alguna vez abrieron una canilla que estuvo cerrada por mucho tiempo? ¿Recuerdan el agua marrón que sale con ritmo de tos y estornudo? Al principio obtenemos agua sucia y entrecortada. Pero después de unos minutos, vuelve a salir clara y fluida. Lo mismo ocurre con la escritura. Si practicamos todos los días, va a fluir. Se los prometo.

-Escribir sin preocuparme si está bien o mal lo que hago, si voy a sacar un texto “en concreto” o no, si alguien lo va a leer o no, me ayuda a concentrarme en el proceso en lugar de en el resultado. Esto es muy liberador. Los 5 minutos van construyendo un espacio de honestidad conmigo misma. Por 5 minutos voy a decir lo que se me canta, total nadie (ni yo misma, porque no puedo volver a leer lo escrito) me va a juzgar. Esto me ayuda a encontrarme con mi voz más auténtica y a descubrir lo que de verdad de interesa, más allá de lo que espero de mí y de lo que creo que debería escribir.

-Aumentar de a poco el tiempo de escritura me va entrenando para defender un espacio de creación personal. Lo que empieza con 5 minutos puede convertirse, con el paso del tiempo y mucha paciencia, en dos horas diarias para escribir mi novela o en un fin de semana entero para revisar mi libro de poemas y prepararlo para su edición. Pero, si me pongo como meta escribir dos horas diarias de un día para el otro, probablemente fracase. Necesito hacer un cambio drástico en mi agenda para lograrlo. ¿De dónde saco esa fuerza? Volviendo al ejercicio físico, si después de años de no moverme decido volver al gimnasio y quiero recuperar todo el tiempo perdido el primer día, me puedo lesionar y abandonar el proyecto. En cambio, si empiezo de a poco, con humildad, honestidad, respeto y paciencia, voy a saber que primero necesito caminar, probar qué necesita mi cuerpo, ir llevándolo de a poco. Así es como construyo la fuerza necesaria para lograr lo que me propuse.

-Mantener un tiempo de práctica diaria destruye el mito de “no tengo tiempo para escribir”. Nunca tenemos tiempo para escribir, olvídense de que aparezca mágicamente. Ese tiempo hay que robárselo a la agenda, hay que tomarlo con decisión. Es más: ni siquiera hay que robárselo a la agenda. Piensen en todas las actividades que hacemos para “matar el tiempo” y que no nos aportan nada. En mi caso (y creo que en el de la mayoría), scrollear en las redes sociales. Entonces me pregunto con sinceridad: ¿Puedo dejar de mirar Facebook/Instagram/Snapchat/Twitter por 5 minutos y ponerme a escribir?

Si llegaste hasta acá, te propongo que dejes la computadora o el celular (donde sea que estés leyendo), agarres cualquier hoja que tengas a mano y escribas por 5 minutos lo que te venga a la mente. El momento es AHORA. No va a haber una situación mejor para empezar. Hacelo YA. Sólo te va a llevar 5 minutos

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